A lo largo de mi experiencia personal y profesional en diferentes pymes de muy diversos sectores, he observado que existen algunos problemas comunes a todas ellas que voy a intentar enumerar.

El primero y muy importante, conduce al resto de ellos y es que un “buen profesional” de su sector se convierte en “empresario” sin una formación en dirección de empresas. Inicialmente este problema no es muy importante si posees un buen asesoramiento.


No consigo superar una barrera de facturación:

A pesar de que aparentemente la empresa no funciona mal, se llega a un punto donde se “apalanca” la facturación y a pesar de los esfuerzos no se consigue rebasar esa cifra de facturación que estimamos podía ser mayor.

Este tipo de problema es muy generalizado y requiere de un cambio de estrategia empresarial y en la gran mayoría de los casos, ayuda externa de consultores que ofrezcan una visión diferente y no contaminada del día a día de la actividad, incluso en la mayoría de los casos requerirá un cambio en la cúpula de la dirección de la empresa con expertos más capacitados.


Si me voy de mi empresa nada funciona:

Delegar no siempre es fácil cuando has hecho crecer tu empresa con esfuerzo y tesón. Es difícil dejar las riendas del negocio en manos de terceros.

Será importante analizar el equipo de profesionales de que disponemos y crear una serie de parámetros de control con el fin de determinar si las tareas se realizan correctamente o si por el contrario se están realizando mal.

Igualmente el directivo debe de pensar que nadie es como él, cada persona tenemos nuestra forma de ver los negocios y operamos de diferente manera, por lo tanto hay que intentar que todo el mundo aporte conocimiento al proyecto y una nueva visión del mismo.


Cuanto más crezco, peor estoy:

El hecho de crecer en actividad y facturación requiere que se tenga una estructura sólida y bien consolidada del negocio y ahora entraríamos en la parte que he comentado al inicio del artículo “buen profesional convertido en empresario”.

Cuando el directivo de la pyme piensa que contra más crece peor está e incluso llega a plantearse el estancamiento, es el momento de parar y plantearse la empresa de otra forma totalmente diferente, añadiendo consultores externos o directivos al proyecto con formación en marketing y finanzas.


Voy justo pero tengo que aguantar:

Puede darse el caso de que en un mercado tan competitivo como el actual, nuestra actividad empresarial llegue a un punto que durante años consecutivos no posea crecimientos y nos dé justo para “subsistir”. Llegados a este punto, hay que plantearse una estrategia empresarial diferente, estudiando si nuestros productos son los que demanda el mercado, si nuestros precios son competitivos y si nuestros canales de marketing, ventas y logística son los adecuados.


Fijo muchos objetivos que luego no cumplo:

El hecho de fijar objetivos y no cumplirlos desemboca en una frustración personal y profesional que debemos de intentar solucionar.

Es importante fijar unos objetivos a corto, medio y largo plazo, con tiempos muy definidos y hacer partícipes a todos los integrantes de la empresa de la consecución de los mismos. Los objetivos deben ser “conseguibles” y existen fórmulas empresariales para planificar objetivos.


Mi imagen corporativa está anticuada:

Actualmente, la imagen corporativa es una herramienta de venta muy importante.

En gran parte de las pymes, el hecho de mejorar la imagen no es una opción importante, porque pensamos que con ese logotipo y esa forma de trabajar si hemos llegado hasta aquí ya es válida.

El mercado actual demanda un crecimiento de imagen que nuestros competidores van a aprovechar. Es importante destinar parte de nuestros recursos a adaptar la imagen de nuestra empresa al mercado actual. No quiere decir que nos volvamos locos con campañas por internet o contratando a un comunity manager, simplemente evolucionar de acuerdo a nuestros recursos y muchas veces con “imaginación”.